domingo, 2 de diciembre de 2012

Nueva Crónica y buen gobierno es la gigantesca obra de Blas Valera que Felipe Huamán Poma de Ayala vendió su nombre como supuesto autor señaló Peter Lerche

La Derrama Magisterial y la Revista El Torreón conmemorando el 180 Aniversario de la creación política del Departmento de Amazonas presentó el libro Blas Valera y la Historia de la Infamia de José Mercedes Santillán Salazar.
La presentaciónEl destacado Etnologo e historial Aleman-Amazonense Peter Lerche tuvo a su cargo la presentación señalando que: El título de la obra de José Santillán, «BLAS VALERA Y LA HISTORIA DE LA INFAMIA», causa sorpresa: de qué infamia está hablando el autor? Al utilizar un término tan fuerte, parece que el profesor se siente personalmente afectado. Como el mismo dice, era, a partir del estudio profundo de la vida, obra y principalmente del mensaje que nos deja el Padre Blas Valera, que se sintió motivado de investigar desde otro ángulo a nuestra historia nacional, desde la llegada de los conquistadores, hasta el presente. Dejando a un lado a nuestros héroes nacionales, los Bolognesi, Grau y Quiñones, él enfoca lo ocultado y olvidado. Partiendo del tema valerano, encontró, a lo largo de nuestra historia, una cadena de hechos que le indignan, sumando todo dentro del término «infamia». Pero vamos por partes. Como no estoy seguro que los lectores saben acerca de la vida, obra y mensaje del Padre Blas Valera, daré un resumen. Hasta hace poco sabíamos acerca del chachapoyano Blas Valera prácticamente sólo por intermedio del Inca Garcilaso de La Vega, quien le cita en numerosas oportunidades. Por esta razón Raúl Porras Barrenechea le llama «el cronista fantasma». Recién en los años 90 se encontraron, en Italia, unos documentos redactados por el mismo Blas y su entorno jesuítico. El contenido de la publicación de los documentos causó protesta dentro de la comunidad académica internacional. Se organizaron congresos internacionales, donde se debatía la autenticidad de la documentación y la veracidad de sus sorprendentes contenidos. Probablemente ninguna documentación histórica del mundo fue sometida a una investigación técnica tan rigurosa y minuciosa, como la valerana. En resumen: Todas aquellas críticas quedaron sin fundamento. Uno de los valores del nuevo libro de José Santillán es, que da a conocer a un público amplio los detalles de la discusión científica internacional. Lo normal es, que estas disputas académicas se quedan encerradas dentro de los ámbitos universitarios. En nuestro caso, siendo Blas Valera chachapoyano, considero de mucha importancia que los conciudadanos, identificados con su tierra, tengan acceso a esta información. Cuál es entonces el contenido de los documentos valeranos-jesuíticos que se habían encontrado en Italia y que han causado tantísima disputa, hasta amenazas de muerte a la principal investigadora italiana, la Doctora Laura Laurencich Minelli? Empecemos con la vida de Valera:
Blas Valera nació un 3 de febrero 1545 en Levanto. Era mestizo. Hijo de un conquistador español y de una indígena. Cuando tenía trece años, en su presencia su padre asesina a su madre. A partir de entonces se crió con su tío Luis Valera. Blas recibió una formación proveniente de dos mundos. Una europea/occidental por su tío y una andina por parte de la familia de su madre. En su niñez aprendió el idioma chachapoya, el quechua y el español. Su abuelo le enseñó la lectura de los quipu numéricos y literarios. A la edad de 23 años se integra en la Compañía de Jesús. Probablemente por los acontecimientos traumatizantes en su juventud, su identidad se inclinó por lo andino: era «el mestizo que se sintió indio». Durante toda su vida, su misión personal era la defensa de la cultura andina, criticando abierta- y radicalmente los abusos cometidos por el régimen total y absoluto del colonialismo europeo. Fue difamado, encarcelado, torturado, deportado y, en España, declarado jurídicamente muerto. Vuelve, en 1598, al Perú y redacta en la clandestinidad la gigantesca obra «Nueva Corónica y Buen Gobierno». Felipe Huaman Poma de Ayala vendió su nombre como supuesto autor, ya que el Padre Blas era oficialmente muerto. Los numerosos escritos anteriores de Blas Valera, siendo el Primer Cronista del Perú, y primer opositor al colonialismo europeo, fueron sometidos a la estricta censura y consecuentemente desaparecidos.
En Raúl Porras Barrenecheas clásica obra «Los Cronistas del Perú» figuran, al lado de 30 cronistas hispanos, sólo 2 crónicas «indias», crónicas que obviamente habían pasado la censura por no poner en peligro al régimen colonial. Nuestra historia fue escrita por los vencedores y no por los vencidos. Siendo nuestra historia oficial un producto de conveniencia de los vencedores, se puede decir que, a partir de este momento, comienza la infamia en Perú. Nuestro autor José Santillán está dedicando aproximadamente 30 páginas de su obra a la carta de un tal Francisco de Chávez, carta incluida en los escritos valeranos. En esta carta Francisco de Chávez se dirige al Emperador Carlos Quinto, acusando a los Conquistadores de «guerra sucia». Chávez manifiesta que, durante el famoso encuentro en Cajamarca(1532), donde estaba presente él, el Estado Mayor del ejército incaico de Atahualpa fue envenenado por los conquistadores y que, de esta manera, se facilitó enormemente el dominio colonial del Tawantinsuyu. Francisco Pizarro hizo jurar a todos los conquistadores que «La Verdad de Cajamarca» nunca debería salir a la luz. Sigue la infamia. Pensando, que en Cajamarca 168 conquistadores ganaron a 50.000 soldados del ejército incaico , de alguna manera nos deprime. Por intermedio de la información de Chávez estamos en condiciones de recuperar cierta dignidad nacional. Nuestra historia está por redactarse de nuevo.
El tema valerano nos interesa principalmente porque se trata de un personaje chachapoyano, siendo probablemente uno de los más importantes en la historia del País. José Santillán no se contenta con las infamias coloniales. Pasa a la infausta Guerra del Pacífico. Observa que avenidas y calles en la ciudad de Lima llevan los nombres de los más destacados traicioneros a la Patria durante esta guerra. Caso parecido en la ciudad de Iquítos, donde una de las más importantes avenidas lleva el nombre de Julio C. Arana. Este individuo era uno de los principales responsables de los genocidios y demás atrocidades cometidas con los grupos étnicos amazónicos en la época del caucho. Infamia tras infamia. Y esto, por el desconocimiento del pueblo de nuestra propia historia. Menciona a las 300.000 humildes mujeres, involuntariamente esterilizadas durante los años noventa. Escándalo que se publicó mundialmente, menos en el Perú. José Santillán se preocupa, como profesor, por nuestro sistema educativo. Lamenta las oportunidades perdidas del pasado, cuando existían proyectos para lograr una verdadera reforma educativa nacional. Proyectos que fueron aplaudidos en el extranjero, pero, lastimosamente nunca fueron puestos en práctica. Dedicándose nuestro currículo educativo más a lo foráneo (griegos, romanos, fenicios, egipcios) y menos a lo propio, se puede considerar como otra infamia. Nuestro autor se siente alarmado por los efectos del amigablemente promovido producto de la «Globalización» y su principal herramienta, la televisión. Citando al psicoanalista Carlos Bruce, habla acerca de los contenidos alienantes de la televisión nacional, «que es una apología a la idiotez. Insisto que el sistema necesita gente embrutecida para mantenerse». Habiendo infamia tras infamia, el pueblo está perdiendo su auto-estima por completo, aceptando a los políticos «que roben no mas, pero que nos dejen siquiera una obrita». Un ambiente que se refleja también perfectamente en nuestro folklore contemporáneo: «sácame la vuelta pero no me dejes…»
Termina nuestro autor su obra, citando a Blas Valera: «Ymacha Llajtai manta» (= que será de mi pueblo..). Valera no es pasado, sino presente.

SEMBLANZA DEL AUTOR
La semblanza del autor estuvo a cargo de Danni Mariel Vargas Culqui quien señaló que el profesor José Mercedes Santillán Salazar, eximio escritor chachapoyano, nació el 10 de enero de 1958, en el seno de una honesta familia constituida por don José Mercedes Santillán Ángeles y doña Trinidad Salazar López; quienes con mucho amor, humildad y comprensión supieron formar a sus siete hijos en base a valores, hecho que se refleja en las actitudes de humildad, sencillez, perseverancia, responsabilidad y respeto del profesor José Mercedes.
Sus tres primeros años de estudios primarios lo realizó en Taquia, teniendo como profesora a la Srta. Angélica Alva Angulo, quien marcó profundamente la vida del autor se ve reflejada en su cuento mi «Planta de capulí».
Otra de las personas que quedó impregnada en la memoria de este insigne escritor es su tía Catalina Santillán Inga quien durante su infancia s sin proponérselo fue sembrando en él la semilla de la creatividad, de la imaginación y de la inclinación por la literatura hecho que a lo largo del tiempo lo ha convertido en destacado escritor.
De Taquia se trasladó al Centro Escolar de varones Número 131, donde tuvo como profesor a Arriel Herrera Tuesta, sus estudios secundarios los realizó en el colegio San Juan de la Libertad y posteriormente se formó en la Escuela Normal Mixta de Chachapoyas para desempeñarse como profesor de Educación Básica, en Lenguaje. En este centro superior de estudios dos profesores influyeron mucho en la personalidad del escritor: doña Vilma Mas Guzmán y don Alejandro Valdez Linares.
José Mercedes, se inició como docente en 1981 en el colegio «César Vallejo» de la Magdalena, donde desempeño una frucífera labor educativa y como muestra de gratitud y consideración la comunidad educativa en dos oportunidades designaron con su nombre a las promociones de 1997 y 2010.
Tambien estudió en la universidad Enrique Guzmán Valle, La Cantuta, para obtener el grado de Bachiller y el título de licenciado en Lengua y Literatura.
Laboró en el colegio San Juan de la Libertad, en el Instituto Superior Pedagógico «Toribio Rodríguez de Mendoza» , desempeñó el cargo de Director de Gestión Pedagógica de la Dirección Regional de Amazonas y en el año 2009 y 2010 le confiaron la Dirección del Instituto Superior Pedagógico «Toribio Rodríguez de Mendoza».
En 1993 formó parte de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil, que participó en diversos congresos de escritores en Jaén, Tarma, Ayacucho, Tacna, Chimbote y Lima; también a fundó la Casa del Poeta – filial Chachapoyas en el año 2008.
El cúmulo de experiencias, su fantástica imaginación, su vasta cultura le han inspirado a escribir y publicar diversos textos narrativos, poéticos y expositivos tales como: «Poemas sencillos a lo largo del camino», «Relatos para leer a un niño, «La Canción del arriero», «Retorno de Ángela Sabarbeín», «Kuélap cuando hablan tus piedras» y «Blas Valera y la historia de la Infamia»

AGRADECIMIENTO DEL AUTOR
«Antes de mis reconocimientos, permítame confesarles algunas reflexiones como que me pareció una proeza épica que durante 30 ó 50 minutos murieran miles de soldados indios en Cajamarca a manos de algo más de un centenar y medio de españoles y que sólo Pizarro tuvo una leve herida en la mano por proteger a Atahualpa.
Me pareció raro que alguien, con lujo de detalles, describieran palmo a palmo a las comarcas de Chachapoyas sin haberla conocido. Me pareció raro que sin pruebas fechacientes afirmaran que nuestro antiguo pueblo de costumbres comunitarias y muy bien organizado como fue el Tahuantinsuyo, no haya tenido escritura.
Últimamente, me parece raro que pese haber pruebas sobre la vida azarosa y fecunda de Blas Valera sigamos desinformados y negándoles el lugar histórico que le corresponde. Señores, soy consciente que estoy frente a gente ilustrada y que nuestra historia ha despertado también en ustedes muchas interrogantes. El que habla, modestamente, he hecho un imperfecto ensayo que no es más que una reflexión personal sobre nuestra historia a partir de la interrupción del desarrollo de la cultura andina.
El ilustre cronista chachapoyano, Blas Valera, según los documentos Miccinelli, realizó una obra mucho más trascendental de lo que se creyó. No murió en el año 1597 en Málaga, sino murió muchos años después, en 1619, en Alcalá de Henares, España, después de haber regresado del Perú y haber dirigido la redacción de la obra «Nueva corónica y buen gobierno» adjudicado hasta hoy a Guamán Poma de Ayala.
Como es natural, ante esta revelación se levantaron muchas voces para tildar a los documentos de apócrifos y a los investigadores de falsarios, pero otros intelectuales de renombre como Francesca Cantú y Mauricio Gnerre, descubrieron en antiguos archivos, valiosísimos documentos irrefutables que corroboran la veracidad de los documentos citados. En el coloquio internacional realizado en Roma el 29 y 30 de septiembre de 1999, el académico Carlo Animato levantó lo cargos formulados contra los documentos Miccinelli por el señor Estenssoro.
Si este ensayo motiva a profundizar las investigaciones habrá cumplido con su objetivo. Si nos demuestran con pruebas contundentes lo contrario, tendremos el coraje de reconocer nuestro error.
Mucha ocultamiento y desinformación ha habido en la historia. Destruido el imperio incaico el Perú se convirtió en provincia del imperio español. Durante la república estuvimos bajo la férula del imperio inglés y en el siglo XX, Estados Unidos nos convirtió en uno de sus países dependiente.
Un genio como Blas Valera avizoró hace cuatrocientos años el destino del Perú, si no se cumplía su proyecto político de rescatar el imperio destruido bajo un régimen neo-inca-cristiano. «Ymacha llactai manta» o «¡Qué será de mi pueblo!», dijo proyectándose al futuro. Y éste es el Perú de hoy que tenemos en tiempos de la globalización. Para unos somos un país de desarrollo mediano por el crecimiento económico de los últimos diez años; para otros, una de las tantas prosperidades falaces y oportunidades perdidas. Desarrollo no es sinónimo de crecimiento, pero también desarrollo, según palabras del presidente de Uruguay José Mujica, no puede estar en contra de la felicidad, sino a favor de la felicidad del ser humano.
Sé que este ensayo tendrá muchas observaciones y, lo más importante, espero que sea una piedra lanzada en el estanque de la historiografía del Perú, al decir de la doctora Laurencich Minelli. Porque el hombre, aunque errando y arriesgándose, tiene que decir su palabra, lejos del pacto infame del silencio o hablar a media voz..
Este acto cultural no hubiese sido posible realizarlo sin el auspicio de la Revista El Torreón y la Derrama Magisterial. Agradezco a ambas instituciones a través de Raúl Arista, como Director de la Revista; y a César Reyes Valle, como gerente general de la Derrama Magisterial.
Agradezco al periodista César Hildebrandt, por haber sacado la versión modernizante mía de la carta de Francisco de Chaves, con un previo comentario incisivo.
Un abrazo de agradecimiento a todos y a cada uno de mis queridos paisanos por haberse dado cita en esta ceremonia y porque sé que nos uniremos para poner en el lugar que le corresponde a nuestro más ilustre paisano de todos los tiempos, el jesuita Blas Valera.