martes, 5 de noviembre de 2013

Tumores de Higado Metastasicos (Secundarios)

Por: Doctor Absalón Montoya G. Prácticamente todos los tumores malignos conocidos metastatisan y proliferan en el hígado desde alguna otra parte del cuerpo. La mayoría proceden de tumores gastrointestinales especialmente del colon y recto, asi mismo del pulmón, mama, páncreas y estómago. La leucemia y otras formas de cáncer de las células de la sangre, tales como los linfomas, pueden afectar al hígado. A veces, el descubrimiento de un tumor hepático metastásico es la primera indicación de que una persona tiene un cáncer y es más frecuente que el primario. El tumor primario está condicionado en su pronóstico por la metástasis, sobre todo a nivel hepático, por tal razón deberá buscarse decididamente el foco de origen, por métodos clínicos y auxiliares. La metástasis puede ser advertida precozmente, simultánea al tumor primario o tardíamente, a veces hasta 10 a 15 años después de la resección del tumor primario. Síntomas A menudo, los primeros síntomas incluyen la pérdida de peso y apetito. Es habitual que el hígado aumente de tamaño, se endurezca y provoque dolores. También puede aparecer fiebre. En algunas ocasiones el bazo también se inflama, especialmente cuando el cáncer se origina en el páncreas. Se puede presentar un proceso conocido como ascitis (acumulación de líquido en la cavidad abdominal). En un principio, la ictericia está ausente o es leve, a menos que el cáncer esté obstruyendo los conductos biliares y esta va aumentando progresivamente. Además, puede aparecer confusión mental y somnolencia causada por las sustancias tóxicas acumuladas en el cerebro, proceso que se denomina encefalopatía hepática. Al examen laparoscópico o a cielo abierto, se observan nódulos múltiples, de diferentes tamaños, a veces confluentes, formando un tumor difuso infiltrante. Los nódulos centrales no son advertidos en forma simple. Diagnóstico En los últimos estadios de la enfermedad, el médico, por lo general, puede diagnosticar sin dificultad un cáncer hepático metastásico; sin embargo, el diagnóstico es muy difícil en el estadio inicial. La ecografía, la tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM) del hígado pueden revelar el cáncer. Sin embargo, estas exploraciones no siempre sirven para detectar los tumores pequeños o distinguir un tumor de la cirrosis u otras anormalidades. Los tumores suelen causar un defecto de la función hepática que se puede detectar mediante análisis de sangre. Una biopsia hepática, en la que se extrae con una aguja una muestra de tejido hepático para su examen al microscopio, confirma el diagnóstico en un 75 % de los casos. Para mejorar las posibilidades de obtener una muestra de tejido canceroso, se puede usar la ecografía para guiar la dirección de la aguja. Por otra parte, se puede obtener una muestra por biopsia mientras el médico observa el hígado con un laparoscopio (un tubo de fibra óptica que se introduce a través de la pared abdominal). La leucemia, en general, se diagnostica basándose en los resultados de los análisis de sangre y de médula ósea. Generalmente, no es necesario practicar una biopsia hepática. Tratamiento En función del tipo de cáncer, los fármacos anticancerosos suelen reducir temporalmente el tumor y prolongar la vida, pero no lo curan. Estos fármacos pueden inyectarse en la arteria hepática, con lo que una alta concentración del fármaco alcanza directamente a las células cancerosas del hígado. Esta técnica es la más apropiada para reducir el tumor y produce pocos efectos colaterales. Sin embargo, no se ha demostrado que pueda prolongar la vida. La radioterapia reduce a veces el dolor agudo, pero tiene pocos efectos beneficiosos aparte de éste. Si se encuentra un único tumor en el hígado, el cirujano puede extirparlo, especialmente si procede de un cáncer del intestino. Sin embargo, no todos los expertos consideran que esta cirugía valga la pena. Todo lo que un médico puede hacer, en la mayoría de los casos de pacientes con un cáncer extendido, es aliviar las molestias. La resección quirúrgica dependerá del tamaño del tumor y de la localización de la o las lesiones, en todos los casos se debe intentar dejar márgenes libres y ausencia de enfermedad extra hepática. Sobre el pronóstico, éste depende del lugar del cáncer primario y del grado de diseminación al hígado. En pocos casos, la curación de los pacientes se consigue mediante la extirpación quirúrgica de la metástasis. En la mayoría de los casos, el tumor metastásico al hígado no es curable, aunque los tratamientos citados pueden ayudar a reducir el tamaño del tumor, mejorar las expectativas de vida y aliviar los síntomas. No te olvides que un diagnostico a tiempo te puede salvar la vida.